¡Aquello que incómoda!
Actualizado: 23 ago
¿Por qué huimos de la incomodidad? En este mundo casi que hedonista en donde el placer y lo efímero está al alcance de un clic, calle, domicilio, cita, etc. La incomodidad parece ser nuestro límite y a veces la confundimos con nuestras banderas rojas. ¡Hasta aquí llegamos!
¡A veces son necesarias aquellas dosis de incomodidad para entender nuestra propia experiencia adaptativa, valorar lo que tenemos y a quienes tenemos!
Bien sabemos que las relaciones que construimos a lo largo de nuestra vida con todos aquellos quienes hacen parte o han estado ahí tienen ese momento ¡La vivimos con ellos! Aquella experiencia insoportable en donde percibimos que algo ha faltado, no se ha cumplido o lo peor del caso en dónde hemos sido causantes de la incomodidad subjetiva del otro: Alguna palabra, hecho o expresión de la "Verdad" puede ser el causante de esta sensación.
Tendemos a huir, a permanecer en silencio, en culparnos, en juzgar cuando somos quienes la sentimos e incluso nos metemos en nuestro propio caparazón con armadura listos para la guerra.
¿Por qué? ¿Por qué no estamos listos en compartir aquello que nos incomoda? ¿Por qué no somos capaces de recibir la experiencia incómoda de la otra persona a causa nuestra? No somos culpables si todo está basado en meras percepciones o malos entendidos, si hablamos de hechos y este adjudica responsabilidad de lo sucedido a alguna de las partes implicadas eso es otro tema.
No estamos preparados en escuchar las partes implicadas, ni tampoco en entenderlas, huimos del conflicto evitándolo o dando un golpe en la mesa ¡Es inaceptable!
Partiendo de las relaciones sanas que construimos e intentando desmitificar un poco el concepto "Sano" aquí también se presentan momentos incomodos. Nunca, nunca seremos 100% a fines a los demás, ni siquiera con nuestros padres, siendo estos quienes mas incomodos nos han hecho sentir en la vida.
La gestión de la incomodidad pone en jaque las versiones de cada una de las partes frente a algún tema o situación. Se cruzan posiciones, se debate e incluso se llega a la discusión pero ahí queda. El resultado de todo esto ha sido que cada parte ha tenido la posibilidad de expresar versión y posición, también se ha recibido el feedback emocional de la otra parte y su visión. Aquí: acompañamos, abrazamos, nos disculpamos, empatizamos y nos bajamos del caparazón.
NO somos niños por competir quien de los dos tiene la razón. ¡Cada uno la tiene!
NO somos inmaduros, ni orgullosos en reconocer.
NO va tampoco en poner mi versión por encima del otro.
Como psicólogo he logrado entender que gran parte de la terapia tiene este principio: Incomodar, exponemos al paciente con fobia tantas veces como sea posible, hasta que este detecte la irracionalidad del miedo y haga un cruce entre la experiencia real y lo que su mente ha creado del estimulo fóbico. El diálogo socrático busca cuestionar aquellos pensamientos limitados llevando al paciente a la incomodidad absoluta, rompiendo aquello que le limita. Las terapias de tercera generación como el Mindfulness invitan a describir la incomodidad y no dejarla pasar, etc. Podría seguir entre otras tantas.
La incomodidad nos da información adaptativa, nos invita a abrirnos y expresar lo que sentimos. ¡Somos humanos! Reconocer nuestras vulnerabilidades hace parte crucial del entendimiento de nuestra complejidad y de lo diversos que somos. Nos saca de nuestra zona de confort y gracias a esta podemos obtener recursos para adaptarnos, nos hace resilientes.
No temamos en conversarlo, ni tampoco en ponerlo en consideración ¡Eso sí! Creo que para aplicar este punto debes dar con la persona indicada ¡No todos están preparados al 100% para vivir la incomodidad! Tú también debes prepararte ya que es probable que la otra persona exprese su otro punto de la situación. Llegar a ese nivel, es dar un paso a lo que le llamamos:
"Ser de verdad un humano" Te invito a serlo
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